En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?» Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
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Este himno compuesto por Pablo de Tarso consta de dos partes: la primera es un canto de acción de gracias a Dios Padre por la obra redentora llevada a cabo por su Hijo; la segunda es un himno a Cristo.
Cristo, es el Señor del cosmos «es anterior a todo y todo se mantiene en él». Más aún, «todo fue creado por él y para él». Un escrito profundamente teológico. Cristo, como centro del Universo y de la historia.
Jaculatoria: Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas.
O esta: Por él quiso reconciliar consigo todas las cosas
Paz y bien.
CÁNTICO DE LA CARTA A LOS COLOSENSES (1,12-20)
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
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