Hermoso este cántico de Moisés. Es la visión de los ojos del místico que ve más allá de lo material, de lo que tiene delante de la nariz para, como decíamos ayer, caminar por las alturas y sobrevolar las situaciones cotidianas. Metáforas lindas, profundas, «como rocío tu palabra, como llovizna»; «el es la roca»: «tierra reseca», «como el águila incita a su nidada», «como a la niña de sus ojos»…
Te propongo esta jaculatoria- mantra: «Dame alas de águila para ver la realidad con perspectiva«.
Hasta mañana, feliz jornada, paz y bien.

CÁNTICO DE MOISÉS
(Dt 32,1-12)

Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como orvallo sobre el césped.

Voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.

Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?

Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre, y te lo contará,
a tus ancianos, y te lo dirán:

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.

Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.

Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.

El Señor solo los condujo,
no hubo dioses extraños con él.

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