Este cántico refleja los sentimientos de un pueblo, el de Israel, que se ve agobiado y rodeado por enemigos poderosos, entonces acude a Yahvé, pidiendo la intervención divina: «Ten piedad (…), mira (…), infunde tu terror (…), alza tu mano (…), muéstrate grande (…), renueva los prodigios, repite los portentos (…), exalta tu mano, robustece tu brazo (…)».
En la relación de Dios con el ser humano, se reflejan los sentimientos más profundos de la humanidad. Te propongo esta jaculatoria-mantra para hoy: Alza tu mano, oh Dios, ten compasión, bendice mi heredad.
Hoy en mi tierra de Galicia, y, en otras partes, se celebra el día de San Martín de Tours, unido al Magosto, si quieres conocer el valor alimenticios que da Hildegarda de Bingen a las castañas haz clik aquí.
Hasta mañana, bendiciones.
CÁNTICO DEL ECLESIÁSTICO
(Eclo 36,1-7.13-16)
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
[Despierta la ira, derrama la cólera,
doblega al agresor, dispersa al enemigo;
apresura el término, atiende al plazo,
pues ¿quién podrá decirte «qué haces»?
Que un fuego vengador devore a los que escapan,
que los opresores de tu pueblo vayan a la ruina.
Aplasta la cabeza de los jefes enemigos
que dicen «nadie más que nosotros».]
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito;
ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad,
y al templo de tu gloria.
[Da testimonio a tus primeras criaturas,
mantén las profecías dichas en tu nombre.
Da su recompensa a los que te aguardan,
y que tus profetas queden acreditados.
Escucha, Señor, la súplica de tus siervos,
según la bendición de Aarón sobre tu pueblo.
Y todos los de la tierra reconozcan
que tú eres el Señor, el Dios eterno.]