
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista.
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¿Es posible que, en alguna ocasión, te hayas sentido como el autor de este Cántico, llamado Sirácida?. Es decir, rodeado de enemigos más fuertes que tú, vencido por las dificultades, las pruebas de cada día…Tú eres su pueblo, puedes hacer lo mismo que el Sirácida, –al recordar cómo actuó antiguamente con su pueblo– pedir protección, encarar la guerra contra todo lo que te impide vivir en la plenitud con fe y esperanza.
Mantra: Ten compasión de tu pueblo que lleva tu nombre.
Hasta mañana, paz y bien.
CÁNTICO DEL ECLESIÁSTICO
(Eclo 36,1-7.13-16)
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que se sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.
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