
Día Siete: ¡Dolor!
- Invocación inicial
Pedimos protección del lugar y de nuestra persona al ángel de la guarda, a nuestro ángel personal. Oración del Padrenuestro y el Avemaría
Luego puedes decir: Ven Espíritu Santo ilumina mi mente, da calor a mi corazón para que entienda los mensajes de María que desata los nudos de mi vida. Con la ayuda de los ángeles guía mis caminos y dame fuerza para desatar esos nudos que voy descubriendo. Amén
- Lectura:
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno. Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones , conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción – ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»»
- Reflexión: en silencio habla con María ábrele la puerta de tu corazón, que ella pueda entrar en él.
Le escuchaba a un anciana de mi pueblo, siempre con un rictus en la cara, “venimos al mundo a sufrir”. Parece que ha calado en la mente y en el subconsciente de las personas. En realidad, algo de razón tenía. El dolor es propio de todo lo finito, de lo temporal. La enfermedad y el dolor no son algo ajeno a lo humano, es parte, de la vida. No la más amable pero real. Aprender a convivir con el dolor sin dejar que el sufrimiento nos corroa y destruya la vida y la existencia es un arte.
¿Tienes algún dolor, que haya dejado en ti una huella profunda? Identifica uno, el que primero viene a tu mente.
¿Te atreverías hoy a desatarlo con la ayuda de María y de los ángeles?
Ella entiende porque pasó por uno de los tragos más amargos, de dolor, que puede pasar un ser humano, al acompañar un hijo, –que era inocente–, por la humillación profunda hasta la muerte más vil, la que se guardaba a los delincuentes. De ahí que en el encuentro que ella tiene con su hijo todavía bebé, le digan, “a ti una espada te atravesará el alma”… (Para conocer más sobre la Virgen de los Dolores puedes hacer clic aquí)
María la que desata los nudos, ha experimentado el dolor. Ábrele tu corazón para que la Luz entre en él y puedas Ver esos nudos de dolor.
Tiempo de silencio
- Oración a María que Desata los Nudos:
Oh María, que guiada por los ángeles de la Luz has sabido interpretar la voz de la Sabiduría en tu corazón para ir tomando las decisiones adecuadas en cada momento de tu vida. Que puede ver con claridad cada uno de los nudos que impiden que mi vida fluya por senderos de paz, de armonía y de plenitud.
La cinta de mi vida la pongo en tus manos.
Muéstrame la forma, después de ver esos nudos, de desatarlos con tu guía y la ayuda de los ángeles de la luz.
Oh María que desate los nudos de mi vida. Amén
Oh María que desate los nudos de mi vida. Amén
Oh María, que desate los nudos de mi vida. Amén
- Invocación final:
Agradezco a mi ángel de la guarda su compañía y su protección del lugar, de mi energía durante este diálogo con María y sus ángeles de la Luz que me están ayudando a desatar los nudos de mi vida.
Termino con el Padrenuestro, el Avemaría y, al final, con esta advocación que es la más antigua conocida, con el cambio de la advocación a María.
Bajo tu protección nos acogemos, Oh María que desatas los nudos, no desoigas las peticiones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos siempre de todo peligro. Amén.
Si quieres conocer el origen de esta invocación haz clic aquí.
Para los otros días de la Novena haz click aquí.
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