Si es conveniente, de vez en cuando, colocar una mordaza en la boca, también lo es, a veces, desatar el nudo de nuestra lengua y convertirla en un altavoz.
Podríamos decir: “Pondré un altavoz en mi boca”.

¿Qué quiere decir?
Mis padres pelean como perros rabiosos –comenta Salomé- ya no sé qué hacer. Me gusta ir a verlos los fines de semana, pero, a pesar de ser personas mayores, se maltratan, se gritan e incluso se insultan …. ¿Qué hago?”.

– Pues Salomé, utiliza tu altavoz, y con mucho respeto diles que no te gusta verlos discutir y que si siguen así dejarás de ir a visitarlos con frecuencia. Usa tu altavoz con mucho cariño pero, úsalo, díselo.
Pues a mi me pasa al revés. –ahora la que habla es Purificación- Mi hija viene a visitarnos, no sé para qué la verdad. Llega a casa con el novio. Que dicho sea de paso, es el tercero que trae. A veces, se queda a dormir, se creen que mi casa es un motel. Luego todo el día se la pasan jugando en el ordenador. No ayuda en nada. E incluso cuando el padre le dice algo se enfada y nos amenaza diciendo que somos unos viejos y que no va a volver a visitarnos nunca más. Eso sí, al sábado siguiente regresa como si nada.

Pues a mí me pasa lo mismo con mi hijo –dice Sofía- pero se lo he dicho y vaya lío que hemos armado… -¡Qué le dijiste?- pregunto.
Que era un vago, un parásito, que no servía para nada, que era un inútil y algunas cosas más que no puedo repetir, incluso que me avergonzaba de él y que esa no era la educación que le habíamos dado.

Es necesario en estos dos casos desatar el nudo de la lengua, ponerle un altavoz a la boca y hablar con respeto, transparencia y firmeza.
Deja que las palabras broten de tu boca limpias de enojos para que se conviertan en el altavoz que da Luz, Purifica el ambiente, da Claridad, que trae la Paz.

¡Qué bueno es, en estos casos, el altavoz¡

Gumersindo Meiriño Fernández

 

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