Imagen de dae jeung kim en Pixabay

Te preguntas cómo se comunican los ángeles. Cada uno, si está atento, puede responder a esta pregunta con cierta facilidad. Les voy a contar una historia real que pasó hace algún tiempo.

Habíamos tenido una reunión el Grupo de Trabajo durante toda la mañana. Uno de los temas sobre la mesa era el siguiente viaje y los consiguientes trabajos a realizar en dicho desplazamiento. Yo participé en la junta, aporté ideas, comentarios, sugerencias. Pero por dentro no estaba del todo seguro. El tema es que terminó la reunión, nos fuimos a almorzar, tomamos café.

Mientras pasaba todo esto, –la comida, el café, la breve sobremesa– en mi cabeza había un murmullo constante. Ya saben que la mente es la loca de la casa y que no para. Me decía una y otra vez. «Otro viaje, ¿para qué?», si todavía hace poco que llegamos del último. Ahora que empezaba a estar un poco asentado, otra salida más. Estoy un poco cansado. Además, son muchos kilómetros. Ya está bien de hacer tantos recorridos y tan largos en poco tiempo»…, así, durante algún tiempo la cabeza daba vueltas y más vueltas.

Poco después decidimos dar un paseo, descansar un poco y de paso comprar algo que necesitábamos para el hogar. El paseo fue breve, la compra sencilla y concreta, apenas una media hora, y tomamos rumbo a casa.  Todavía estoy viendo el rincón y la situación. Aunque al hombre no lo reconocería, no me quedé con los detalles concretos.

Llegamos al semáforo y a dos metros estaba un hombre de unos setenta años de pelo blanco, delgado, no muy alto, parado. El semáforo estaba rojo. Y no sé qué pasó. Es verdad que a mí me gusta saludar y hablar con todo lo que se mueve, no sé si alguna vez se me ocurrirá hablar con la farola o con el semáforo. Lo que quiero decir es que entablé conversación con el hombre. El semáforo se puso rojo, verde, rojo, verde…, varias veces. Algo así me dijo:
–Estoy solo porque mi esposa y mi hija fueron a hacer un trámite. Querían que las acompañara pero prefiero esperar aquí.

Y bueno, no sé el motivo por el cual, me empezó a contar su vida, delante del semáforo, en medio de la calle. Sí, María estaba a mi lado, pero no, el señor me la contaba a mí, a María la saludó, le sonrío y luego siguió hablando conmigo.

–Sabes soy jubilado, desde hace unos años, pero el descanso lo tengo bien merecido, me parece. Fui durante muchos años chófer de autobús de larga distancia. Recorrí todo Europa. Durante un tiempo iba dos veces a la semana (no sé si este dato será así, pero así me quedó en la memoria) a Paris, desde aquí.

–¿Cuántos kilómetros?

– Unos mil seiscientos kilómetros, solo de ida. Pero eso no es nada. Varias veces hice viajes hasta el norte de Europa que es mucho más lejos. Otra vez llevé a unos estudiantes por varias regiones de Italia.

Y, seguí y seguía. Me contaba anécdotas de los distintos países y capitales europeas que había recorrido con gente de todo tipo. Y ahora el semáforo estaba rojo para los viandantes, con lo cual siguió contando, lugares concretos donde había estado: Varsovia, Viena, Praga, todos yendo en autobús…., otra vez se puso rojo y otra vez verde. Y ahora sí, nos despedimos.

Mi mente de regreso a casa, al tiempo que hablaba con mi esposa, pensaba sobre dos aspectos. Por una parte, las aventuras y desventuras de la vida de cada persona. Tú y yo, podemos encontramos con un señor canoso, y puede que lo analizamos, interpretamos y hacemos nuestra propia traducción. Pero, ¿qué hay detrás de cada persona, qué hay en su corazón, qué hay en sus vivencias y experiencias?

Pero, ¿qué tiene que ver esto con los ángeles? Pues nada, lo mismo pensé yo durante un tiempo,  hasta que, a la tarde seguimos con la reunión de trabajo. Y este es el segundo aspecto.

Mi mente loca, se paró, se tranquilizó, y entendió, ¿qué te quiso decir el chofer de autobús?, o mejor, ¿qué te quiso decir tu ángel, a través de un desconocido de pelo blanco (símbolo de sabiduría) parado delante de un semáforo, que te empieza a contar su vida y se detiene a tu lado durante bastantes minutos?

Y entonces fue cuando entendí el mensaje, ¿de qué te quejas?. Soy tu ángel, ¿recuerdas que le pediste de niño (sobre esto tengo otra anécdota que ya les contaré con mi querido guía espiritual el P. Oviedo q.p.d)? ¿Son tantos kilómetros? Tú los haces con comodidad, en avión, te llevan de un lado para el otro, te puedes parar y contemplar los lugares que te gustan.

Tu nuevo amigo desconocido te mostró bien claro que no debes tener reparos a los nuevos viajes porque son para bien, son para cumplir tu misión, son para llevar luz a los lugares que vas, son para tomar luz de ellos y así incendiar de nueva energía tu vida, la de tu trabajo y la de las personas y lugares por los que pases.

Creo que entendí el mensaje.

No sé si esperas que los ángeles te hablen de otra manera. A mí me hablan así. Aquella tarde del suave otoño gallego, a través de un señor de pelo blanco, no sé su nombre, no creo que lo vuelva a ver más, porque si lo veo no lo reconocería, pero me habló lo suficiente para no olvidarme nunca.

Paz y Bien Paz y Alegría

Gumersindo Meiriño Fernández

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One thought on “El chófer de autobús (los ángeles hablan)

  1. Me encanta !!!
    Una pena que los humanos necesitemos de situaciones sobrenaturales para creer confiar o tener fe en algo.
    Y si bien la tengo con Jesús los últimos días, mira todo lo que tuvo que hacer y pasar para que la gente creyera en él, y no fue si no hasta que resucitó, que muchos estuvieron dispuestos a entregar la vida por él .
    Me gusta creer que los ángeles, se manifiestan a través de otras personas, de la naturaleza, o de un sueño , o de un simple pensamiento sin sentido, de estar esperando alguna situación sobrenatural sentiría que a mi no me escuchan o que los ángeles son solo para personas carismáticas, y me estaría privando de la mejor compañía que tuve en los últimos años.

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