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Una Sinfonía de Oración para Todas las Estaciones

Un desafío para el lector moderno
Los Salmos son una colección de oraciones y poemas milenarios que, a pesar de su belleza, pueden desconcertar al lector actual. Jon Knorr, tras leer el Salmo 108, lo describió como «acongojante». Daniela, otra lectora, comentó que no podía identificarse con ciertos pasajes donde se pide el mal para los enemigos, reflexionando:
«Nunca me gustó el salmo de hoy (…). No deseo el mal a mi enemigo ni por mano de Dios.»

Este contraste entre el contexto histórico de los Salmos y los valores contemporáneos genera una experiencia desafiante pero enriquecedora al profundizar en estos textos sagrados.

Una sinfonía compuesta por el Espíritu Santo
El Papa Francisco describe los Salmos como una «sinfonía de oración», compuesta por movimientos de alabanza, súplica, lamento, gratitud y reflexión. Más allá de su antigüedad, siguen siendo oraciones universales que trascienden fronteras religiosas, abarcando toda la gama de emociones humanas, desde la exaltación hasta el dolor.

Desear el mal: ¿Una paradoja o una enseñanza?
Algunos Salmos contienen pasajes perturbadores que expresan emociones negativas. Sin embargo, no buscan fomentar el odio, sino dar voz a las emociones humanas más oscuras, permitiendo que sean reconocidas y transformadas. Como señala Francisco, incluso estas “notas bajas” tienen un propósito en la sinfonía:
«Líbrame por tu bondadoso amor» y «Trátame conforme a tu Nombre», son expresiones de este Salmo 108que revelan la búsqueda del salmista por la misericordia divina, aun desde su vulnerabilidad.

Cómo hacer nuestros los Salmos
Para superar la confrontación con pasajes difíciles, Francisco invita a convertirnos en “autores” de los Salmos. Esto implica adaptar sus versículos a nuestras experiencias personales, repitiendo aquellos que resuenan en nuestro corazón. Así, los Salmos se transforman de textos antiguos en herramientas vivas de oración y reflexión.

Más allá de las peticiones
Francisco también recuerda que los Salmos enriquecen nuestra oración al ir más allá del “dame” y “danos”, ayudándonos a conectar con Dios desde la totalidad de nuestra experiencia humana. Incluso en medio de adversidades o enfrentando enemigos, los Salmos nos recuerdan que Dios es nuestro refugio y protector.

Conclusión: Una sinfonía para todas las estaciones
Los Salmos invitan a armonizarnos con esta sinfonía espiritual que abarca todas las emociones, reafirmando que, incluso en los momentos más oscuros, Dios permanece a nuestro lado como guía y consuelo.


Queridos Jon y Daniela, gracias por sus comentarios. A pesar de las dificultades de algunos Salmos, sigamos descubriendo su riqueza espiritual y dejémonos envolver por esta maravillosa “sinfonía de oración”, compuesta por el Espíritu Santo.

Paz y Alegría,

Gumersindo Meiriño Fernández

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