Leon Tolstoi escribió unos relatos cortos que resultan interesantes. Uno de ellos se llama Perro Muerto.
«Jesús llegó una tarde a las puertas de una ciudad y envió a sus discípulos a disponer todo para la cena. Movido al bien y a la caridad, siguió por las calles hasta llegar a la plaza del mercado.
Allí, en un rincón, la gente se había puesto a contemplar algo que había en el suelo. Jesús se acercó para ver qué era aquello que llamaba tanto la atención.
Vio que era un perro muerto con una cuerda atada al cuello para arrastrarlo a un foso.
Era lo más vil, lo más repugnante, la cosa más impura que se pudiera ofrecer a la mirada de la gente.
Todos lo estaban mirando asqueados.
– Esto apesta y enturbia el aire.
– En la calle un cadáver podrido como éste estorba.
-Y fijaos en el pelo… Ni un pedacito de su piel serviría para hacer unas sandalias.
-¡Pero qué asco!
– Lo habría matado algún ladrón o así….
Jesús escuchaba todos los comentarios y, dirigiendo una mirada compasiva al animal inmundo, dijo:
– Pero tiene los dientes más blancos y más hermosos que las perlas.»
¡Cómo me recuerda este cuento a una de las enseñanzas más hermosas del Gran Juan Pablo II!:
«En efecto, dice, en determinadas circunstancias de la existencia humana parece que el mal sea en cierta medida útil, en cuanto propicia ocasiones para el bien. ¿Acaso no fue Goethe quien calificó al diablo como parte de esa fuerza que desea siempre el mal y termina siempre haciendo el bien…. En definitiva tras la experiencia punzante del mal, se llega a practicar un bien más grande».
¿Y no es lo que pasa los días en Semana Santa. La muerte más injusta, el ajusticiamiento más cruel de la historia, se convierte en el acontecimiento más grande de la historia? Dios es capaz de sacar del mal bien. No dejemos de mirar a la cruz para sacar fuerza ante las dificultades y problemas. El cristiano no deja de ser nunca positivo y optimista. ¿No era el mismo Juan Pablo el que repetía las palabras del resucitado: «No tengáis miedo»?
El texto encierra otra enseñanza profunda, Jesús ve la realidad desde otra dimensión, ve las cosas de forma distinta. Nosotros podemos estar juzgando a las personas por cosas negativas palpables, por miserias malolientes y, sin embargo, en el fondo de su alma siempre hay un hijo de Dios: tiene la grandeza de pertenecer a la raza humana.
Así pasó con Magdalena llena de pecados, mujer pública, podredumbre externa, pero en los dientes, su alma, su interior, puro y limpio, todavía había, luz. Por otra parte los que le pretendían apedrearla, que estaban limpios por fuera, cumplían las leyes externas, pero los dientes podridos, lo de dentro, el alma negra y oscura.
Jesús ve más y mejor: los dientes del perro muerto.
Del libro Buenas Noticias del P. Gumer, publicado por la Editorial De Oriente a Occidente en el año 2011, ISBN 978-987-23370-1-8
Hermoso y reflexivo texto de Tolstoi. Paz y Bien.