
En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.
De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
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El recorrido por toda la historia sagrada que nos presenta de forma reducida el salmista tiene un objetivo: el cumplimiento de la Alianza entre Dios y los hombres. Dios cumple siempre su promesa, hace maravillas en la historia en favor de los que le escuchan y están atentos…, en realidad, las maravillas son para todos, pero solo las reciben, los que están atentos y los que abren el Corazón para recibirlos.
El salmista recuerda todas las peripecias del pueblo de Israel hasta llegar a la Tierra Prometida.
Es genial, la expresión de la nube que cubre el Sol para que el pueblo camine por el desierto. ¿Has tenido en tu vida alguna vez esa sensación, de que un nube tapa el sol para que puedas caminar con un poco de fresco?
Jaculatoria: «Tendió una nube que los cubriese.»
Paz y Alegría, bendiciones.
Hoy fiesta de Juan Evangelista o Juan el Apóstol, el discípulo predilecto de Jesús, haz click aquí.
Salmo 104 C
Entonces Israel entró en Egipto,
Jacob se hospedó en la tierra de Cam.
Dios hizo a su pueblo muy fecundo,
más poderoso que sus enemigos.
A éstos les cambió el corazón
para que odiasen a su pueblo,
y usaran malas artes con sus siervos.
Pero envió a Moisés, su siervo,
y a Aarón, su escogido,
que hicieron contra ellos sus signos,
prodigios en la tierra de Cam.
Envió la oscuridad, y oscureció,
pero ellos resistieron a sus palabras;
convirtió sus aguas en sangre,
y dio muerte a sus peces;
su tierra pululaba de ranas,
hasta en la alcoba del rey.
Ordenó que vinieran tábanos
y mosquitos por todo el territorio;
les dio en vez de lluvia granizo,
llamas de fuego por su tierra;
e hirió higueras y viñas,
tronchó los árboles del país.
Ordenó que viniera la langosta,
saltamontes innumerables,
que roían la hierba de su tierra,
y devoraron los frutos de sus campos.
Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad.
Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y entre sus tribus nadie se enfermó;
los Egipcios se alegraban de su marcha,
porque los había sobrecogido el terror.
Tendió una nube que los cubriese,
y un fuego que los alumbrase de noche.
Lo pidieron, y envió codornices,
los sació con pan del cielo;
hendió la peña, y brotaron las aguas,
que corrieron en ríos por el desierto.
Porque se acordaba de la palabra sagrada
que había dado a su siervo Abrahám,
sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo.
Les asignó las tierras de los gentiles,
y poseyeron las haciendas de las naciones:
para que guarden sus decretos,
y cumplan su ley.
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