En la selva misionera de Argentina, imagen de Wanda Schmocker


Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

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La lucha del bien y el mal, luz y oscuridad, es una ley misteriosa de la humanidad. Donde hay luz no puede haber oscuridad, donde aumenta el bien disminuye el mal…, el ser humano pide justicia constantemente, que se aniquile el mal de la propia vida, porque se siente impotente ante las fuerzas de la maldad  la oscuridad…, pero Dios penetra hasta las entrañas del ser humano…, se hará justicia, en su momento, no cuando nosotros queramos.
Jaculatoria- mantra- decreto: Líbrame por tu bondadoso amor.
Hasta mañana, paz y bien.
Hoy es la noche de Reyes, una Noche Mágica, que muchos siguen celebrando con alegría, conoce más haciendo click aquí.

Salmo 108 A

Dios de mi alabanza, no te hagas el sordo,
que bocas malvadas y fraudulentas
se abren contra mí,
y me hablan con lengua mentirosa.
Me cercan con palabras odiosas
y me combaten sin motivo.

En pago de mi amor me denuncian
aunque yo rezaba por ellos;
Me devuelven mal por bien
y odio a cambio de amor.

Nombra contra él un malvado,
que un acusador se ponga a su derecha.
Cuando sea juzgado, salga culpable,
y su apelación se resuelva en condena.

Que sus días sean pocos
y su empleo lo ocupe otro.
Que sus hijos queden huérfanos
y su mujer viuda.

Vagabundeen sus hijos mendigando
y pidan lejos de sus ruinas.
Que un acreedor se apodere de sus bienes
y extraños se adueñen de sus sudores.

¡Jamás le brinde nadie su favor,
ni se apiade de sus huérfanos!
Que su posteridad sea exterminada
y en una generación se borre su apellido.

Recuerde Dios, el Señor, la culpa de su padre
y no borre el pecado de su madre:
estén siempre ante el Señor
y borre de la tierra su memoria.

Porque que no se acordó de actuar con amor,
persiguió al pobre desgraciado
y al atribulado, hasta matarlo;
ya que amó la maldición, ¡recaiga sobre él!,
despreció la bendición, ¡aléjese de él!

Se vistió de maldición cual manto,
que penetre como agua en sus entrañas,
y como aceite en sus huesos;
sea cual vestido que lo cubre,
como un cinturón que lo ciñe siempre.

Así pague el Señor a los que me acusan,
a los que me calumnian.
Tú, en cambio, Señor, Dueño mío,
trátame conforme a tu Nombre,
líbrame por tu bondadoso amor.

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