Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
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Ante el mal, la injusticia; ante el poder malvado, la perversión, la mentira…, ante muchas de estas situaciones el ser humano, ¿qué hacer? El ser humano suele sentirse -seguimos con la segunda parte del salmo de ayer- impotente, desbordado. El solo no puede llevar sobre su hombro tantas cargas, entonces clama al Eterno, a Dios, desde la humildad. E incluso termina cantando: Daré gracias al Señor, el Grande, con mi boca, y en medio de los ancianos lo alabaré
Decreto: Ayúdame, Señor, Dios mío, sálvame según tu amor.
Paz y Alegría. Hasta mañana amigo-a.
Hoy es el hermoso día de los Reyes Magos o Epifanía
Salmo 108 B
Porque soy humilde y pobre,
y mi corazón ha sido traspasado;
me desvanezco
como una sombra que declina,
me espantan como a la langosta;
se me doblan las rodillas por el ayuno,
y, sin grasa, enflaquece mi carne.
Soy la burla de ellos,
al verme menean la cabeza.
Ayúdame, Señor, Dios mío,
sálvame según tu amor.
Sepan que tu mano hizo esto,
que tú, Señor, lo hiciste.
Maldigan ellos, que tú me bendecirás;
levántense y sean confundidos,
que tu siervo se alegrará.
Vístanse de oprobio mis acusadores
que su infamia los cubra como un manto.
Daré gracias al Señor, el Grande, con mi boca,
y en medio de los ancianos lo alabaré,
porque se puso a la derecha del pobre
para salvar su vida de los jueces.
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