Una peregrina portuguesa del Camino de Santiago en Oseira, imagen de Anabela Santos

Llegan a Betsaida. Y a Jesús le presentan un ciego y le suplican que le toque.
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El salmista nos habla de las obras de Dios; las obras de sus manos que son, por una parte, son “esplendor y belleza”; por otra,  “justicia y verdad”.
Habla con Dios en tu corazón  y busca el esplendor de la belleza, que pasa por encontrarte en el camino con «la justicia y la verdad».
¿Cómo sabrás que son verdaderos?
Pues en realidad, no lo sabrás, pero sí sentirás algo maravilloso, –lo mismo que el salmista– porque tu corazón estallará en un canto de acción de gracias de todo corazón a Dios; y esta puede ser tu jaculatoria-mantra de hoy: «Doy gracias al Señor de todo corazón«.
Buen día, bendiciones.

Salmo 110

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.

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