
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
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El profeta Jeremías nos transmite estas palabras de Yahvé: «Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré» (Jeremías 31, 33). Esta es la única ley verdadera: la que llevas grabada en lo más profundo de tu corazón. Es la ley que te hace feliz, pleno, firme, agradecido, alegre y educado. Todas las demás leyes son circunstanciales, temporales y pasajeras, pero esta permanece para siempre.
Esta ley divina, que es el Amor con mayúscula (no confundirlo con los amoríos humanos), se va describiendo paso a paso en este largo y profundo salmo. Hoy comenzamos con el primero de estos pasos. Cada paso está compuesto por siete estrofas (el número siete simboliza la perfección, si quieres conocer el sentido profundo del número siete haz clic aquí) ) más una, lo que suma ocho estrofas en total. Este «más una» representa la plenitud, la cima de la perfección. Por eso, este inicio del salmo más largo del salterio está formado por ocho estrofas.
Cada estrofa comienza con una letra del alfabeto hebreo, que consta de 22 letras. Esta primera sección corresponde a la letra Alef (א), la primera del alfabeto.
Te invito a reflexionar: ¿Sintoniza tu corazón con la Ley de Dios, que es el Amor verdadero? ¿Estás dispuesto a dejar que Él escriba su ley en tu interior y te guíe hacia la plenitud?
Jaculatoria de hoy: «¡Ojalá estén firmes mis caminos!» (Salmo 118, 5).
Paz y bien. Bendiciones.
Hoy es el día Internacional de la Mujer, te invito a leer este enlace sobre la Mujer, haciendo click aquí
Salmo 118 (1-8)
A
Dichosos los de conducta intachable,
que siguen la voluntad del Señor.
Dichosos los que guardan sus preceptos,
y lo buscan de todo corazón;
los que, sin cometer iniquidad,
andan por sus caminos.
Tú mandaste que tus decretos
se observen exactamente.
Ojalá estén firmes mis caminos
para cumplir tus órdenes.
Entonces no quedaré defraudado
al fijarme en tus mandatos.
Te daré gracias con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero cumplir tus órdenes
¡No me abandones,
oh Dios grande e inmortal!
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