
Entonces Jesús dijo al hombre de la mano seca: «Extiende la mano».
La extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
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A propósito hablábamos ayer de aprender y comprender, de tener la mente abierta. Esto nos lleva de la mano al discernimiento. El discernimiento en el camino del ser humano es imprescindible para crecer, evolucionar…, discernir, – dicho de forma breve,– significa hacer lo que pedía Jesús en el Evangelio, «separar la paja del trigo», llamar a las cosas por su nombre y no engañarse en lo aparente, en lo ilusorio…, aprende a discernir cada momento a la luz de lo que Dios ha puesto en tu corazón.
Afirmación: Enséñame a discernir y entender.
Feliz jornada, bendiciones.
Salmo 118 VI
Teth (ט
Trataste bien a tu siervo,
Señor, según tu palabra.
Enséñame a discernir y entender,
porque confío en tus mandatos.
Antes de la humillación, erraba
pero ahora cumplo tu instrucción.
Tú, que eres bueno y bienhechor
enséñame tus leyes.
Unos soberbios me difaman con mentiras;
pero yo guardo de corazón tus decretos.
Como grasa se ha embotado su corazón,
pero yo me deleito en tu voluntad.
Me vino bien haber sido humillado,
así aprendí tus órdenes.
Es más valiosa la ley de tu boca
que mil monedas de oro y plata.
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