El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
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Escribía una persona amiga, a propósito de una visita al lago Ness, en Escocia:
-«Los grandes monstruos del Lago se hacen pequeños cuando DEJAMOS que Dios vibre en nosotros, ¿verdad Padre?.
A lo que respondía, – ¡Verdad, Carmen, verdad!
Cuando uno vive en la presencia de Dios, se siente muy pequeño, pero al mismo tiempo, muy fuerte, porque está sostenido por su Presencia y estable, sin miedo.
En esta sección del Salmo 118, recuerda 7+1,, identificada por la letra hebrea «Sade», el salmista proclama la justicia y rectitud de Dios, destacando la estabilidad y pureza de sus preceptos. El fervor del salmista por la palabra de Dios se contrasta con el olvido de sus enemigos. A pesar de sentirse pequeño y despreciable, el salmista mantiene su devoción a los decretos divinos. Aún en medio de la angustia y la opresión, encuentra deleite en los mandatos de Dios, reconociendo que su justicia es eterna y sus preceptos son justos por siempre.
Concluye pidiendo instrucción para vivir de acuerdo a estas enseñanzas.
Mantra: «Soy pequeño«.
o también: Jaculatoria: Señor, que tu justicia y preceptos sean mi deleite.
Feliz día, bendiciones.
Feliz día de Santa María Magdalena
Salmo 118 R
Sade
Tú eres justo, Señor,
y recto en tus juicios.
Justamente prescribes preceptos,
sumamente estables.
Me consumo de celo
porque mis enemigos olvidan tus palabras.
Purísima es tu promesa,
y tu siervo la ama.
Soy pequeño y despreciable,
mas no olvido tus decretos.
Tu justicia es justicia eterna,
y tu ley es auténtica.
Aunque me alcancen
la angustia y la opresión,
tus mandatos son mi delicia.
Tus preceptos son justos por siempre;
instrúyeme y viviré.
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