Una hoja con gotitas de lluvia, Camino de Santiago, Alto do Cebreiro, imagen de Francisco X. Castro Miramontes

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
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Escribía una persona amiga, a propósito de una visita al lago Ness, en Escocia:
Los grandes monstruos del Lago se hacen pequeños cuando DEJAMOS que Dios vibre en nosotros, ¿verdad Padre?.
 A lo que respondía, – ¡Verdad, Carmen, verdad!
Cuando uno vive en la presencia de Dios, se siente muy pequeño, pero al mismo  tiempo, muy fuerte, porque está sostenido por su Presencia y estable, sin miedo.
En esta sección del Salmo 118, recuerda 7+1,, identificada por la letra hebrea «Sade», el salmista proclama la justicia y rectitud de Dios, destacando la estabilidad y pureza de sus preceptos. El fervor del salmista por la palabra de Dios se contrasta con el olvido de sus enemigos. A pesar de sentirse pequeño y despreciable, el salmista mantiene su devoción a los decretos divinos. Aún en medio de la angustia y la opresión, encuentra deleite en los mandatos de Dios, reconociendo que su justicia es eterna y sus preceptos son justos por siempre.
Concluye pidiendo instrucción para vivir de acuerdo a estas enseñanzas.
 Mantra: «Soy pequeño«.
o también: Jaculatoria: Señor, que tu justicia y preceptos sean mi deleite.
Feliz día, bendiciones.

Feliz día de Santa María Magdalena

María Magdalena, veintidós de julio

Salmo 118 R

Sade

Tú eres justo, Señor,
y recto en tus juicios.

Justamente prescribes preceptos,
sumamente estables.

Me consumo de celo
porque mis enemigos olvidan tus palabras.

Purísima es tu promesa,
y tu siervo la ama.

Soy pequeño y despreciable,
mas no olvido tus decretos.

Tu justicia es justicia eterna,
y tu ley es auténtica.

Aunque me alcancen
la angustia y la opresión,
tus mandatos son mi delicia.

Tus preceptos son justos por siempre;
instrúyeme y viviré.

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La razón del olvido

 

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