
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.»
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Les recuerdo seguimos con este salmo largo, y con sus 7+1 estrofas.
Algunas palabras son fuertes, duras.
El salmista tiembla, tiene miedo ante Dios, ante el incumplimiento de sus preceptos, temor por no ser fiel a la voluntad de Dios.
Ese temor se diluye cuando se confía en Dios.
Cuando uno sabe que las fuerzas son prestadas.
La palabra clave es, la que te propongo como decreto: Tú eres mi refugio y mi escudo: Confío en tu palabra.
Feliz día, hasta mañana, bendiciones.
Nos vamos acercando, paso a paso, con el DECENARIO AL ESPÍRITU SANTO, a Pentecostés, la fiesta del Espíritu Santo, haz clic aquí.
Salmo 118
S
Detesto a los inconstantes
y amo tu voluntad.
Tú eres mi refugio y mi escudo:
confío en tu palabra.
Apártense de mí, perversos,
y cumpliré los mandatos de mi Dios.
Sostenme con tu promesa y viviré,
no defraudes mi esperanza.
Respáldame y estaré a salvo
y me fijaré siempre en tus normas.
Repudias a quienes
se apartan de tus normas,
porque falaz es la astucia.
Rechazas como escoria
a todos los malvados de la tierra,
por eso amo tus preceptos.
Mi cuerpo tiembla aterrorizado por ti
y me estremecen tus mandamientos.
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