En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada?
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Seguimos otros ocho versos más (7+1 haz clic aquí).
El salmista pide que Dios mire dos cosas su aflicción y cómo ama sus decretos.
Dos miradas:
Una ¿Cómo te ves? ¿Eres misericordioso con lo que observas en ti?
Dos: ¿Cómo ves a los demás? ¿Los miras a los ojos? ¿Eres compasivo?
Y una frase que es la jaculatoria que te puede servir para hoy: Grande es tu ternura, Señor.
Paz y bien.
Hoy recordamos a un santo muy popular, al que se le encomienda todo lo relacionado con la garganta y, por tanto, también con el arcángel Miguel. Para saber más de san Blas haz clic AQUÍ.
Salmo 118 XVII
R
Mira mi aflicción y líbrame,
pues no olvido tu voluntad.
Defiende mi causa y rescátame,
vivifícame conforme a tu promesa.
Tu salvación está lejos de los malvados,
porque no buscan tu ley.
Grande es tu ternura, Señor,
vivifícame según tu justicia.
Muchos son mis perseguidores y adversarios,
pero yo no me aparto de tus preceptos.
Veo a los renegados y siento asco,
porque no observan tus instrucciones.
Mira cómo amo tus decretos;
Señor, vivifícame según tu amor.
El compendio de tu palabra es la verdad,
son eternos tus justos mandamientos.
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