Por tercera vez Jesús le pregunta a pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas…»
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Es un anhelo profundo del ser humano, la paz del corazón.
Ella, –sí, sí ella la PAZ–, tiene muchos enemigos. Uno de los más poderosos, es la lengua malvada, el labio mentiroso, la lengua embustera.
Dicen los Proverbios: La riqueza que amasa la lengua embustera se esfuma como el humo y es una trampa mortal.
Como el salmista, –con la lengua y el corazón–, decreta jaculatorias y mantras: ¡Cómo proclamo la PAZ!
Hasta mañana, bendiciones.
Escúchalo:
Salmo 119
En mi angustia clamé al Señor
y él me respondió.
Señor, líbrame del labio mentiroso,
de la lengua embustera.
¿Qué te dará y qué te añadirá,
lengua embustera?
–Flechas de arquero afiladas
y brasas de retama.
¡Ay de mí, emigrado cerca de Masac,
acampado junto a las tiendas de Cadar!
Habito demasiado cerca
de quien odia la paz.
Yo, ¡cómo proclamo la paz!
¡y ellos prefieren la guerra!
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