En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!»
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La situación es semejante a la del salmo de ayer. Es la del que está a punto de perecer ahogado y la corriente parece arrastrarlo al abismo.
Pero, entonces, surge la súplica, la invocación, la fe y se renueva la ilusión, el ánimo, la fortaleza….
Jaculatoria: Da luz a mis ojos.
Bien viene esta jaculatoria para la fiesta de hoy, Nuestra Señora de los Ángeles, que movió el corazón de Francisco de Asís, para conocer más haz clic aquí.
Paz y bien, bendiciones.
Salmo 12
Suplica del justo
¿Hasta cuando, Señor, seguirás olvidándome?
¿Hasta cuando me esconderás tu rostro?
¿Hasta cuando he de estar preocupado,
con el corazón apenado todo el día?
¿Hasta cuando va a triunfar mi enemigo?
Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;
da luz a mis ojos
para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: «le he podido»,
ni se alegre mi adversario de mi fracaso.
Porque yo confío en tu misericordia:
alegra mi corazón con tu auxilio,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
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