Floreció el ceibo, San Nicolás Ar, imagen de Silvia Meiriño

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre»
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La experiencia del pueblo de Israel fuera de su tierra, lejos de su hogar produjo en ellos una fuerte conmoción. El regreso a a la tierra prometida es, para ellos, una inmensa, profunda y extensa alegría. Así nos pasa a los humanos lejos de nosotros mismos, de la Verdad -o como dice el salmo de  Dios, en el  exilio–, estamos tristes. Cuando nos reencontrarnos y nos acercarnos a la Luz, a Dios, es como el regreso a casa y ¡estamos alegres!.
Lágrimas de tristeza y lágrimas de alegría: ¡Están tan cerca, tristeza y alegría!
La afirmación de hoy puede ser: Estamos Alegres
o también: Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares
Paz y Alegría

Escúchalo:

 

Salmo 125

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

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