
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca«.
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Qué importante es el constructor de una casa. La casa del Amor, de la felicidad, de la PAZ, amigo-a no se construye con las solas fuerzas de la mente, el ego y la voluntad. La mayor parte viene «de arriba». Si quieres construir una casa para vivir aquí, no vendrá «de arriba». Llama a unos buenos albañiles. Si quieres construir un hogar de PAZ, mira hacia arriba y deja que la Gracia, el Amor… inunden tu corazón.
Si el Señor no construye la casa…. en vano se cansan los albañiles…
Esta puede ser la jaculatoria-mantra: «Si el Señor no construye la casa»
Salmo 126
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
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