Jesús dijo: «Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más»
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Lo ideal es -dicen algunos- vivir sin trabajar.
El trabajo es una bendición doble.
Primero, con el trabajo uno da, colabora, participa en la construcción del mundo.
Segundo: A nivel espiritual, participa en la Creación de Dios.
El trabajo hecho con conciencia, con amor, con alegría, con paz…
Bendice cada día tu trabajo, tu misión en la vida.
Decreto: Comerás del fruto de tu trabajo.
Hasta mañana, bendecido día de trabajo.
Salmo 127
¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;
Tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!
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