Orquídea bendrobium de caña dura, imagen de Ruth Dacunda

Se ha corrido como una voz popular que dice que lo ideal es vivir bien y sin trabajar.
El trabajo es una bendición doble.
Primero, con el trabajo uno da, colabora, participa en la construcción del mundo.
Segundo: A nivel espiritual, participa en la Creación de Dios.
El trabajo, más allá de que saquemos  los  recursos para vivir, nos humaniza, nos eleva, nos diviniza.
El trabajo hecho con conciencia, con amor, con alegría, con paz…
Bendice cada día tu trabajo.
Decreto: Comerás del fruto de tu trabajo.
Hasta mañana, bendecido día de trabajo.

Salmo 127

¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

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