Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
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¿Por qué existen las injusticias?, ¿por qué algunas personas son maltratadas de forma unilateral?
También nosotros podemos hacer estas preguntas y otras a Dios. Siempre habrá interrogantes que el ser humano no pueda responder. Siempre serán más las preguntas que las respuestas, las respuestas cerradas nos impiden abrir los ojos a la realidad, al misterio, a lo nuevo…, sigue interrogando porque en la pregunta está parte de la respuesta…, una buena pregunta, es en muchas ocasiones la mejor respuesta que puedes obtener. Es la hermana pregunta compañera inseparable del ser humano en el planeta tierra.
Pero al final, todo está bien, es lo que tenía que ser. Al final todo es bendición. ¿O no?
Afirmación: ¡Qué Jahvé Dios te bendiga!
Feliz jornada amigo-a.
Escúchalo:
Salmo 128
¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud
–que lo diga Israel–,
cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron conmigo!
Sobre mis espaldas metieron el arado
y alargaron los surcos.
Pero el Señor, que es justo,
rompió las coyundas de los malvados.
Retrocedan, avergonzados,
los que odian a Sión;
sean como la hierba del tejado,
que se seca y nadie la siega;
que no llena la mano del segador
ni la brazada del que agavilla;
ni le dicen los que pasan:
«Que el Señor te bendiga.»
Os bendecimos en el nombre del Señor.
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