Jesús les dijo: «Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.
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En esa espera por algo que nos llena el corazón, hay como varios estados. Ya en este último el grito es desde lo más hondo de uno mismo. Desde el alma, desde el espíritu es la esperanza que anhelamos y la respuesta es tan profunda que solo puede ser desde el espíritu, desde el alma.
El salmista clama al Señor desde su angustia, confiando en que, a pesar de la magnitud de sus pecados, Dios ofrece perdón y misericordia. La esperanza en la palabra de Dios es firme y paciente, similar a la espera del amanecer. El salmo expresa una profunda confianza en que Dios redimirá a Israel de sus pecados, ofreciendo redención y liberación.
Jaculatoria: Señor-Adonai escucha mi voz.
Mi alma espera a Adonai, más que el centinela la aurora.
Paz y Alegría, hasta mañana
Escúchalo:
Salmo 129
Desde lo hondo a ti grito, Señor-Adonai;
Señor-Adonai, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuentas de los delitos, Señor-Adonai,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor-Adonai,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor-Adonai,
más que el centinela la aurora.
Aguarda Israel al Señor-Adonai,
como el centinela la aurora;
porque del Señor-Adonai viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
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