En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: « Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
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Mira en tu interior.
Mira en tu interior, cómo es tu corazón: ambicioso, orgulloso, soberbio, prepotente, «agrandado»…
Mira en tu interior, cómo es tu corazón: generoso, sencillo, atento, delicado, humilde…
Y ahora lee el salmo.
Te propongo para hoy esta jaculatoria: Señor- Adonai mi corazón no es ambicioso.
o también: Como un niño en brazos de su madre.
Bendiciones. Paz y bien.
Una oración que conecta directamente con este Salmo, es la llamada oración de abandono. Hay dos que son espectaculares y que te recomiendo vivamente, haz click aquí.
Escúchalo:
Hoy recordamos a dos personas interesantes, una un sufí, realmente extraordinario, llamado Iban Arabi, haz clic aquí
Y a un médico napolitano llamado José Moscati, haz clic aquí.
Salmo 130
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
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