La luna sobre río Uruguay, en Brasil  foto Mauro Corrales

EN aquella hora Jesús  volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».
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Un salmo pequeño en extensión y , dirigido a los «pequeños», a los humildes, a los «niños», en cuanto que son sencillos, inocentes, abiertos.
Una buena pregunta: ¿Cómo es tu corazón? ¿Ambicioso?
Otra hermana pregunta: ¿Cómo son tus ojos?  ¿Altaneros?
Solo los humildes de corazón entienden a Dios,  la Vida.
Sólo los de mirada limpia, solo ellos son felices.
Corazón humilde, ojos limpios, como un niño, sí, sí, de los que son «como niños».
Decreto: Como un niño en brazos de su madre.
Paz y Alegría amigo-a

Salmo 130

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

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