Orquídea abriendo y mostrando mis suaves colores en la selva misionera. Imagen de Beatriz Meiriño

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?».
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Lo hemos visto con frecuencia en la recitación de algunos salmos. El encuentro con la naturaleza, con el cosmos, con la creación es un encuentro –de forma consciente o inconsciente- con el autor de la Creación, con Dios. Esto provoca un canto de acción de gracias, como el del salmo de hoy.
Te propongo que unas tu voz a la de todas las personas de buen corazón, de espíritu agradecido con esta jaculatoria: ¡Gracias!¡Gracias, Padre, Gracias!
Bendiciones, hasta mañana.

Salmo 135 A

Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.

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