
Entonces Jesús les dijo: “Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”». Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.
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El pueblo de Israel fue llevado en cautiverio a Babilonia. Lejos de su tierra, del monte Sión, de Jerusalén, trabajando como esclavos, el pueblo llora…
Una amiga, –Nora desde la provincia de Misiones Argentina–, escribía sobre este salmo: «muchas veces estamos oprimidos, cansados y nuestra familia o amigos nos piden que estemos alegres…, y nos sentimos impotentes al no poder dar o rendir como los demás quieren. Si encontramos el refugio en Dios, podremos cantar, nada nos lo impedirá, incluso al ritmo de Boney M., que cantó con éxito un tema basado en este salmo titulado, Rivers of Babylon«.
Nada tiene sentido lejos del Amor, de la Alegría, de Jahvé Dios.
Jaculatoria: ¡Cantadnos un cantar de Sión!
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Salmo 136
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;
que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
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