En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»
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El salmista lo tiene claro: Sólo con la ayuda de Dios podemos ir adelante en nuestras luchas cotidianas; solo con su ayuda podemos, como le pasó al rey de Israel, gobernar nuestra vida con sentido, frente a tantos malvados que nos intentan engañar.
¿Te sientes superado?
Te propongo que repitas este mantra-jaculatoria del salmos de hoy: ¡Señor extiende tu mano desde arriba y líbrame de los enemigos mentirosos!. Y…, ¡adelante!
Recuerda que los enemigos mentirosos pueden ser: la avaricia, la gula, el odio, la venganza, la maldad, la pereza, la amargura, la tristeza…
Paz y bien, hasta mañana.
Salmo 143 A
Bendito el señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba;
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de las manos de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
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