
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar.
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Como tú y yo somos peregrinos, –de paso, en camino, marchando– por este lindo y hermoso planeta, ¿no te consuela leer del salmo que el Señor guarda a los peregrinos”.
La confianza nace de sentirse acompañados en el Camino.
¿Sientes que caminan contigo, te alientan, te animan…, te guardan en todos tus caminos?
Y si eres peregrino, ¿confías en los seres de polvo que van a tu lado, como razón última de tu existencia?
Jaculatoria: No confiéis en los príncipes seres de polvo.
o esta otra: Adonai- El Señor guarda a los peregrinos.
¡Buen Camino!
Salmo 145
[¡Aleluya!]
Alaba, alma mía, al Señor-Adonai:
alabaré al Señor-Adonai mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor-Adonai, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor-Adonai liberta a los cautivos,
el Señor-Adonai abre los ojos al ciego,
el Señor-Adonai endereza a los que ya se doblan,
el Señor-Adonai ama a los justos.
El Señor-Adonai guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor-Adonai reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
[¡Aleluya!]