
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y al esclavo como su amo.
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Al mundo le gusta dar premios a los sabios, títulos de «doctor honoris causa» en las universidades, pero el salmo te pregunta, ¿quién puede contar el número de las estrellas y llamarlas por su nombre…? ¿quién puede sanar los corazones destrozados?....
Y yo te pregunto, ¿quién hace crecer a las rosas, a los pinos…?
Te propongo para hoy este mantra-jaculatoria: «Entonad la acción de Gracias»
o también,
«Él sana los corazones destrozados»
No pierdas de vista esta verdad, confía en Dios.
Salmo 146
[¡Aleluya!]
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;
que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado
y a las crías de cuervo que graznan.
No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los jarretes del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.
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