El ser humano está rodeado de energía. Los orientales, a una de las capas energéticas que le rodean a la persona, -la más pegada al cuerpo-, le dicen, aura. Cuando esta «muralla» energética que nos rodea está limpia, tiene paz, el ser humano se siente saciado, pleno.
Como Jerusalén, la ciudad, a la que Dios pone: «paz en tus fronteras y te sacia con flor de harina».
Jaculatoria- Mantra- Decreto: «Ha puesto paz en tus fronteras«.
Salmo 148 (147)
Glorifica al Señor Jerusalén;
alaba a tu Dios Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de Ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.