Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».
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El salterio termina como si fuera el famoso canto de Haendel, ¡Aleluya!
Alabanza a Dios, ¡Aleluya!, es el canto continuo de la oración, sin ese canto no hay verdadera oración.
Cantar, bailar, saltar de gozo ante la grandeza, ante la misericordia, ante el amor…, es lo que nos hace más humanos…, más divinos. El que se descubre como auténtico hijo-a de Dios, no deja de cantar ¡aleluyas!, alabanzas.
No es extraño que una de las canciones y escenas míticas de este último siglo sea «Cantando y Danzando bajo la lluvia»
Puedes repetir esta jaculatoria: ¡Alabad al Señor!
o también, ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Hasta mañana que seguiré acompañándote ahora con los cánticos que hay en la Biblia.
Bendiciones
Salmo 150
[¡Aleluya!]
Alabad al Señor en su templo,
Alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
[¡Aleluya!]
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Si quieres puedes orar con Haendel y su magnífico Aleluya en el siguiente vídeo: