Me comenta un amigo, que el oratorio del aeropuerto está repleto de personas. «Las veces que hemos ido, anteriormente, solía estar vacío. Pero con esto del terrorismo, de los atentados…, el miedo ha convertido al oratorio e un lugar muy frecuentado.»
El miedo, así como otras emociones que nos desestabinlizan, hace que acudamos a la ayuda del Cielo: «en el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios...» No te avergüences por ello, Dios te escucha.
Puedes repetir esta bella jaculatoria-mantra en el día de hoy: «Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza«.
Hasta mañana, bendiciones.
Salmo 18-17, I
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.
En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.