
«A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», – que quiere decir – «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?». Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías.» Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.» Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.»
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Esta segunda parte se vincula a la de ayer. En medio de la angustia el giro es importante: hay esperanza, hay posibilidades de revertir la situación.
Por ello, estés dónde estés, estés cómo estés, vayas a dónde vayas, recuerda esto, –que es del salmo de hoy y que no lo debes olvidar nunca y que te propongo como mantra para hoy– «No perdáis nunca el ánimo».
Paz y bien, hasta mañana. Bendiciones.
Escúchalo o léelo, elige:
Salmo 21 B
Contaré tu fama a mis hermanos,
te alabaré en medio de la asamblea:
Fieles del Señor, alábenlo,
descendientes de Jacob, glorifíquenlo,
témanlo, descendientes de Israel,
porque no ha desdeñado ni despreciado
la desgracia del desgraciado,
no le ha escondido su rostro;
cuando pidió auxilio, lo escuchó.
Te alabaré sin cesar en la gran asamblea:
cumpliré mis votos ante los fieles.
Comerán los pobres hasta saciarse
y alabarán al Señor los que lo buscan:
¡No perdáis nunca el ánimo!
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