Los colores del Sol  y el cielo, desde O Alto do Cebreiro, imagen de Francisco X Castro Miramontes ofm

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: « La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría.»
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Un poema bello para llevar en el corazón durante el día. Lo vamos dividir en dos partes.
En la primera, –la de hoy–,  el salmista muestra una gran confianza en Dios, a pesar de los múltiples y poderosos enemigos que le cercan, él se mantiene inalterable en la fe y en la seguridad de su fuerza, –que nace de esa misma fe– interior.
Mantra: Mi corazón no teme.
O también: Entonces levantaré la cabeza.
O:  ¿A quién temeré?
Feliz jornada, bendiciones.
Escúchalo:

Salmo 26 A

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

Y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.

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