Bella Vista Uruguay, imagen de Laura Lissa Borello

La multitud que  escuchaba a Jesús estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
+++
A pesar de lo dicho en los primeros versos, que meditamos ayer, el salmista reconoce un cierto miedo que le hace levantar los ojos, la súplica al cielo, que le hace buscar el rostro de Dios.
La inseguridad, el sentirse abandonado…, sentimientos que  parecen negativos pero que, en muchas ocasiones, NOS DESPIERTAN y ponen en marcha la esencia de lo que ERES, un ser espiritual que camina por el planeta tierra.
La respuesta, surge de la última estrofa como un fogonazo de esperanza y que puede servirte como
Jaculatoria: Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo.
Buen Camino, nos vemos mañana.
Léelo o escúchalo:

Salmo 26 B

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *