
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena.
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En esta segunda parte, a pesar de lo dicho en los primeros versos, el salmista reconoce un cierto miedo que le hace levantar los ojos, la súplica al cielo, que le hace buscar el rostro de Dios.
La respuesta a todos esos miedos, surge de la última estrofa como un fogonazo de esperanza y que puede servirte como Mantra- Decreto: Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo.
Buen Camino, nos vemos mañana.
Escúchalo:
Salmo 26 B
Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.
No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
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