
El miedo es uno de los «enemigos» del ser humano más poderosos. El miedo te paraliza, te oscurece la vista, llena de humo tu corazón, de oscuridad tu mente…,
¿Cómo se vence el miedo? El salmista nos da un antídoto.
Confianza en Dios. Con un claro compromiso: pondré TODO lo que sea necesario de mi parte y dejaré que lo demás lo haga Dios. Pero nunca dejaré que el miedo me paralice.
Jaculatoria, para hoy y si quieres para todo el año: «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?»
Paz y Alegría, hasta mañana
Salmo 26 A
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;
Y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.
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