En aquel tiempo Jesús dijo a los fariseos:Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais a los inocentes.
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Fíjate cómo se mueve el salmo en torno a tres grandes protagonistas:
Dios, el que ora y los enemigos.
Dios parece que no escucha, “ni siquiera Dios te tiene en cuenta”.
Los enemigos le acechan
Pero el que ora, se pone en manos de Dios, confía, ora y sigue su camino en paz, en fe, en confianza…
Duerme bien, tiene la conciencia tranquila. Vamina por los senderos que Dios le ha enseñado.
No duda porque, por muy poderosos que sean los enemigos, Dios nunca le abandona.
Repite hoy muchas veces con tus labios, en tu mente, algo realmente cierto:
“Señor tu eres mi escudo”.
Hasta mañana. Paz y Bien
El salmo por si quieres escucharlo:
Salmo 3
Señor, ¡cuántos son mis enemigos,
cuántos los que se levantan contra mí!,
cuántos dicen de mí:
¡Ni siquiera Dios le ayuda!
Pero tú, Señor, eres un escudo en torno a mí,
mi gloria, tú me haces levantar cabeza.
Si a voz en grito clamo al Señor,
Él me escucha desde su monte santo.
Me acuesto, enseguida me duermo,
y me despierto, porque el Señor me sostiene.
No temeré las saetas de un ejército
desplegado alrededor contra mí.
¡Levántate, Señor, sálvame, Dios mío!
Abofetea a todos mis enemigos,
rompe los dientes de los malvados.
¡De ti, Señor, viene la salvación,
y la bendición para tu pueblo!
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