salmo-31-30-II
Una simple y maravillosa rosa que brota bajo una «Santa Rita», imagen de archivo deoao.org

Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente y preguntaba: «¿Quién me ha tocado el manto?»
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Este salmo, en su tercera parte, termina con un cántico gozoso. Muchos estados de ánimo se pueden pasar en la vida, en la existencia.
Seguro que ya has pasado por muchos, pues al final solo y siempre prevalece lo más fuerte: el amor.
Cántico gozoso de triunfo y esperanza.
Nunca te canses, nunca te desesperes…, recuerda, pase lo que pase, por el medio del camino, no olvides que si no te sales de él, llegas a la meta, al final está el amor, siempre gana.
Hasta mañana, ponte del lado del “vencedor”.
Jaculatoria: Sed fuertes y valientes de corazón.
Bendiciones

Escúchalo:

Salmo 30 C

¡Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos!

En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras.

Bendito el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.

Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba.

Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios les paga con creces.

Sed fuertes y valientes de corazón
los que esperáis en el Señor.

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