En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.
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Dios es misericordia.
La misericordia te engrandece: perdona (disculpa) y pide perdón (disculpa), vive esa experiencia, no la olvidarás nunca, te quedará grabada en el corazón, porque te parecerás a tu Padre Dios, que perdona siempre.
Un corazón que recibe y da la misericordia de Dios y la da a los demás, nunca pierde la alegría, nunca.
Esta puede ser tu jaculatoria-mantra: «A los que confían en Adonai- el Señor, la misericordia les rodea»
Hasta mañana, paz y bien. Bendiciones.
Hasta mañana, paz y alegría.
Escúchalo o léelo:
Salmo 31
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto
un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Adonai- Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Adonai- Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
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