
Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina.»
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Vamos a dividir en tres partes. En esta primera resaltamos esta faceta: solo el que confía en Adonai (el Señor) y hace el bien puede conseguir lo que su corazón le pide. Y, además es el antídoto adecuado para no entrar en el juego de los malvados.
Jaculatoria: Encomienda tu camino al Señor (Adonai), y él actuará.
o también: Te dará lo que pide tu corazón.
Léelo o escúchalo:
Salmo 36 A
No te exasperes por los malvados,
no envidies a los que obran el mal:
se secarán pronto, como la hierba,
como el césped verde se agostarán.
Confía en el Señor-Adonai y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.
Encomienda tu camino al Señor- Adonai,
confía en él, y él actuará:
hará brillar tu justicia como el amanecer;
tu derecho, como el mediodía.
Descansa en el Señor-Adonai y espera en él,
no te exasperes por el hombre que triunfa
empleando la intriga:
cohibe la ira, reprime el coraje,
no te exasperes, no sea que obres mal;
porque los que obran mal son excluidos,
pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.
Aguarda un momento: desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante.
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