En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
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Otro salmo en el que vuelven a aparecer «los enemigos». En esta primera parte, hay muchos aspectos, fuertes, duros. Te recomiendo que cuando pases estas circunstancias o parecidas, o en cualquier momento, tengas en cuenta lo que el salmista recomienda dos veces: ¡No te enojes! ¡No envidies!
Nunca hay motivo suficiente para enojarse. No lo olvides, encomienda tu camino a Dios y no te enojes. Bendiciones, hasta mañana.
Léelo o escúchalo:
Salmo 36 A
No te exasperes por los malvados,
no envidies a los que obran el mal:
se secarán pronto, como la hierba,
como el césped verde se agostarán.
Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.
Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará brillar tu justicia como el amanecer;
tu derecho, como el mediodía.
Descansa en el Señor y espera en él,
no te exasperes por el hombre que triunfa
empleando la intriga:
cohibe la ira, reprime el coraje,
no te exasperes, no sea que obres mal;
porque los que obran mal son excluidos,
pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.
Aguarda un momento: desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante.
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Entiendo que la fé mueve montañas y que es el camino como dice el salmo para no enojarse. Sin embargo no puedo dejar de pensar que, somos seres humanos y que el enojo como emoción a veces nos sobrepasa, comprendo que son en estos momentos donde debemos prestar atención y orar para que no quedar envueltos en la ira, pero como lo dije antes somos humanos y aprender a fuerza de errores está en nuestra naturaleza. Compatibilizar nuestra fé junto con nuestras emociones, es el desafío a seguir que nos propone el salmo.