
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y ponte en medio». Y, levantándose, se quedó en pie.
+++
Si en la primera parte el salmista se desahoga por sus dolencias físicas en esta segunda parte del poema, lo que hace es quejarse por algo mucho más profundo: el dolor del corazón, el abandono de los amigos, de la familia, …
Los dolores físicos pesan en el cuerpo, los del corazón pesan en las entrañas humanas. Desde esta situación en enfermo clama, –¡Qué linda afirmación!– ¡Dios mío no te alejes de mí!
o también: Ven pronto a socorrerme, Señor mío.
Paz y Bien.
Léelo o escúchalo.
El salmo viene como anillo al dedo para la fiesta que celebramos hoy Nuestra Señora de los Dolores, para saber más, haz clic aquí.
Salmo 37 B
Mi corazón se agita, me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos.
Mis amigos y compañeros
permanecen ajenos a mi dolencia,
mis familiares se mantienen a distancia.
Me tienden trampas los que quieren matarme,
los que desean mi desgracia me difaman,
todo el día rumorean calumnias.
Pero, como un sordo, no oigo,
como mudo, no abro la boca;
soy como uno que no oye
ni tiene réplica en su boca.
Yo espero en ti, Señor,
tú me escucharás, Señor Dios mío.
Me dije: Que no se rían a mi costa
quienes se insolentan contra mí
cuando vacilen mis pasos.
¡A punto estuve de caer
mientras perduraba mi pena!
Sí, yo confieso mi culpa,
me duele mi pecado.
Mis enemigos mortales son poderosos,
son muchos mis enemigos traidores.
Los que me devuelven mal por bien
y me atacan cuando procuro el bien.
No me abandones, Señor,
Dios mío, no te alejes de mí;
ven pronto a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.
***
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
También te puede interesar,