
Jesús, apartando al sordomudo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es: «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
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Una vez más el salmo muestra la estrecha relación entre pecado y enfermedad y, subraya, en concreto, la relación del pecado con la lengua… Advierte el peligro de «soltar la lengua» y entonces se llama al silencio…, pero en el silencio el corazón le ardía por dentro, entonces soltó la lengua…
Es de sabios, «saber», valga la redundancia, cuándo guardar silencio, cuándo soltar la lengua y cómo…, ¡es de sabios! y parece que muchas veces puede con nosotros la necedad.
Afirmación:Vigilará mi proceder para que no se me vaya la lengua.
Paz y Bien Paz y Alegría
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Salmo 38 A
Yo me dije: vigilaré mi proceder,
para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca
mientras el impío esté presente.
Guardé silencio resignado,
no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró,
y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba,
hasta que solté la lengua.
Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.
Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
el hombre pasa como pura sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.
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