El mar de Findhorn- Escocia, imagen de Laura Castro

Jesús dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.
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Seguimos con el dilema que el salmista había expresado ayer en la primera parte. Ante la incertidumbre que le atrapa, ante la duda de si hablar y quejarse o no, decide que lo más importante es confiar en el Señor (Adonai); esta es su única esperanza.
Sus quejas y peticiones pasan por esta petición, que les propongo, como mantra para hoy: Escucha Señor (Adonai) mi oración.
Hasta mañana, paz y bien.

Salmo 38 B

Y ahora, ¡Adonai- Señor!, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades,
no me hagas la burla de los necios.

Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba.

Escarmientas al hombre
castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo.

Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;

porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Aplaca tu ira, dame respiro,
antes de que pase y no exista.

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