Jesús les dijo: Si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
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Seguimos con el dilema que el salmista había expresado ayer en la primera parte.
Le atrapa la incertidumbre, la duda. ¿Me quejo o no; hablo o no? ¿Esta vida tan corta tiene algún sentido?
Solo hay una salida airosa, la confianza en Adonai (el Señor), la única esperanza.
Mantra: Escucha Señor (Adonai) mi oración.
o este otro: Dame Respiro.
o esta: Tú eres mi Confianza.
Hasta mañana, paz y bien. Y recuerda, date un respiro.
Léelo y escúchalo:
Salmo 38 B
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades,
no me hagas la burla de los necios.
Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba.
Escarmientas al hombre
castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo.
Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;
porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Aplaca tu ira, dame respiro,
antes de que pase y no exista.
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Para darte el respiro te propongo este hermoso libro que también puedes ver como película,